Entrevista a Martín Lobo sobre Diario de Martín Lobo:
- ¿Qué confesiones vamos a poder encontrar en el diario?
El libro es un tratado de confesiones. El personaje, Martín Lobo, se desnuda por completo, y no tiene ningún tapujo a la hora de hablar de sus emociones, sus secretos, sus miedos... Está constantemente riéndose de sí mismo, y cuando uno se ríe de sí mismo, en cierto modo se está desnudando.
- ¿Qué retos te propones con la publicación del libro?
Escribir un libro ya era, de por sí, un reto. Siempre me había rondado la cabeza, pero nunca me había puesto manos a la obra. Y, curiosamente, lo pude hacer. Así que si yo pude, cualquiera puede.
- ¿En qué momento el autor deja de ser Martín Lobo?
Hay una fusión constante entre el autor y el personaje. Los dos son uno, y cada uno es los dos. No sé si me explico.
- ¿Cómo vive Martín Lobo la crisis de los treinta?
Igual que la de los 20, la de los 21, la de los 22, la de los 23... El hecho de que sea un número redondo no significa que tenga que existir una liturgia de crisis. A Martín Lobo las cosas le han ido mal siempre, absolutamente siempre, y no necesita la treintena para crisparse con una crisis.
- ¿Prefieres aceptar lo que te viene impuesto por el sistema o revelarte?
Cada vez me da más pereza revelarme. He encontrado cierto equilibrio entre lo que quiero ser y lo que soy, y me he vuelto muy vago. De todas formas, creo que en 'Diario de Martín Lobo' hay cierto grado de rebeldía, de protestar contra lo que no me gusta, contra lo que me da asco, lo que me aburre, lo que me inquieta...
- ¿Cuáles de los diez mandamientos los cumples a rajatabla?
En el último año he dado un bajón terrible. He dejado de ser el gay perfecto para convertirme en un chico que se ha enamorado y que huye de todo lo que huela a homosexual. Me aburre el rollo insoportable de lobby gay, y por eso quise que la novela, a pesar de ese decálogo, huyese de todos los estereotipos que se esperan de un homosexual. Ni discotecas, ni gimnasios, ni infidelidad. Y, la verdad, vivo mucho más tranquilo.
- ¿Qué remedio recomiendas para curar el “síndrome del amor castrante”?
Madurar. No hay otra. Todo se aprende a base de golpes y fracasos. Te caes una vez, te levantas. Te caes otra, te levantas. Te puedes caer una tercera vez, pero nunca puede haber una cuarta.
- ¿Qué necesitas de un hombre?
Que me quiera. Si lo piensas bien, no es tan difícil.
- ¿De qué forma te afectaron las críticas a tu blog?
A veces me cabreaban, a veces me hacían reír... Fue una montaña rusa, pero con los meses aprendí a ignorar todo lo que se decía de mí, tanto si era bueno como si era malo.
- ¿Te gusta confiar en el azar?
No soy muy metódico, ni analítico. Me muevo por impulsos, por lo que el azar y yo somos muy buenos amigos.
- ¿Cómo es el perfecto seductor para Martín Lobo?
Un buen cuerpo, unos labios carnosos, alguien que hable poco (yo hablo por los dos, no hay problema), artes amatorias, manos grandes...
- ¿Qué opinión tienes sobre los estereotipos del colectivo lgtb?
Mi opinión no es importante. Tenemos los estereotipos que nos merecemos, así que no seré yo quien me queje de la opinión que se maneja sobre nosotros en la sociedad cuando hace dos días cientos de personas se han subido a una carroza en paños menores para reivindicar que no somos diferentes. Y mientras nos guste desfilar en tanga por la vida, sí seremos diferentes. Es lo que hay. A lo mejor es un buen momento para volver a entrar en el armario...
- ¿Cuál es tu recomendación para luchar contra la homofobia?
Empezar por las cosas pequeñas; en casa, en el trabajo, la normalización de una tendencia sexual con uno mismo. Son más útiles los pequeños pasitos que los ideales a gran escala.
- ¿Existe homofobia dentro del propio colectivo?
Sí. De hecho, los mayores detractores de mi blog eran gays. La envidia, que es muy mala.
- ¿Por qué nos cuesta a las personas declarar nuestros sentimientos?
A mí no me cuesta nada.
- ¿Qué podemos hacer para conseguir la aceptación de las personas con SIDA?
Bufff... No lo sé. Supongo que dar información a todo el mundo. Explicar a la gente que es una enfermedad crónica que, hoy por hoy, en Occidente está totalmente controlada. Donde causa estragos es en África por la falta de tratamientos, pero en España, un chico gay y joven que se someta a esos tratamientos tiene una esperanza de vida totalmente normal. Es mucho más esclava una diabetes; pero eso la gente no lo sabe, y ahí está el problema. No estamos en los años 80, y las cosas han cambiado mucho.
- ¿Prefieres las cosas simples o por el contrario, los dobles sentidos, los mensajes ocultos y las segundas intenciones?
Los dobles sentidos. Siempre. Si todo fuese simple, la vida sería muy aburrida. Y que las cosas nunca salgan bien a la primera. Ahí está la chispa del asunto.
- ¿Te excitan los problemas?
Un poco. He aprendido a vivir con ellos, y cuando no están ahí, o no surgen por algo, los echo de menos.
- ¿Existe el amor?
Martín Lobo cree que no, pero yo creo que sí. Cuesta, se escurre entre los dedos, es un cabrón... pero está ahí, agazapado y esperando una señal para salir a flote.
- ¿Alguna vez has pensado retomar Blogback Mountain?
Quién sabe. De momento estoy con la cabeza centrada en mi trabajo y en la promoción del
libro. Pero seguramente volveré. No sé cuándo, ni cómo, ni dónde ni por qué, pero volveré.
- ¿Habrá segunda parte? ¿Tienes algún próximo proyecto?
De momento no he pensado en nada.
- ¿Cuál es la enseñanza de la vida más importante que has aprendido por ahora?
Que hay que trabajar, sudar, morder el polvo y sufrir para conseguir lo que uno quiere. Las
cosas buenas nunca llegan solas. Y si llegan, traen algún caramelo envenenado.
- ¿Qué libro estás leyendo en estos momentos?
El pibe que arruinaba las fotos, de Hernán Casciari.
- Continúa la frase: El reloj volvió a ponerse en marcha pasados unos minutos, ...justo a tiempo para no morir de aburrimiento.
- ¿Has echado en falta alguna cuestión? ¿Qué habrías respondido?
¿La literatura da dinero? La respuesta sería: NOOO.
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