jueves, 18 de junio de 2009

Entevista a Tomás Ortiz IV

Entrevista sobre Los amigos de Sebastián:

- ¿Con cuál de los personajes guardas más rasgos en común?
Creo que en esta novela es más evidente mi identificación con Óscar. Pero digo lo mismo de siempre: todos mis personajes tienen algo de mí, pero ninguno soy yo. Benito piensa mucho en la gente que le rodea, y en eso se parece a mí. A veces soy tan perfeccionista como Javi, o tan comprometido como Julián, incluso tan pusilánime como Roberto. Creo que el único que no tiene nada que ver conmigo es precisamente Sebastián.

- ¿Qué recuerdos tienes del café Figueroa?
Fue un local muy frecuentado por mí durante mi primera etapa de escapadas a Madrid. He vivido romances tormentosos allí, e imagino que eso siempre te marca.

- ¿Has roto alguna vez un azucarillo por puro nerviosismo?
Sí, varias veces. Es una imagen recurrente pero real: el sudor que no puede dejar de manar, los dedos que necesitan jugar con algo para tranquilizarse, el papel que se moja y comienza a deshacerse. Y sobre todo la vergüenza de reconocer que estás nervioso y que lo más lógico sería aceptarlo.

- ¿Prefieres pensar en el pasado o en el futuro?
Creo que seremos en el futuro lo que hemos ido construyendo en el pasado. Por eso es necesario pensar en el pasado: para evitar cometer los mismos errores y, sobre todo, para recuperar aquello que dejamos a un lado y que nos hace bien. Pero siempre para construir un buen futuro.

- ¿Se puede estar orgulloso y sentirse hipócrita a la vez?
Soy un hombre de sentimientos encontrados. Muchas veces me quedo parado sin saber qué hacer porque no acepto que cualquier actuación puede traer consecuencias positivas y negativas. Eso de sentirse orgulloso e instantáneamente hipócrita es algo que sucede a menudo, sobre todo si tienes esa facilidad para pensar tanto las cosas de la que te hablo.

- ¿Piensas que existe gente que disfruta con "que los chicos con los que follo se enamoren de mí, para hacerles daño"?
Sí, existe. Afortunadamente no son legión, pero haberlos haylos. Pero la culpa es de quienes pasan por sus brazos y no publican bandos para que se enteren todos. La humillación se pasa mejor en silencio.

- ¿La Escuela la Mamada Feliz sería un buen negocio?
Yo siempre digo que hay mucha falta de negocios originales. Se me ocurren unos cuantos, pero no encuentro ningún socio con dinero a quien le haga la misma gracia que a mí.

- ¿Te ha dado por hacerte anorgásmico de esos?
¿Quieres decir anoréxico? Hay una escena en la novela en la que la madre de un personaje, al comprobar que su hijo no come, le hace esta pregunta, trastocando los vocablos. Lo que no sabe es que quizás ha dado en el clavo con la pregunta, sin saberlo.

- ¿Piensas qué los que hacen las leyes no conocen la palabra corazón?
La ley está fundamentada en la justa y equilibrada convivencia de las personas, teniendo en cuenta sólo y exclusivamente elementos objetivos de juicio. Desde ese punto de vista, no tiene corazón. Es beneficioso que no lo tenga para que sea, valga la redundancia, "justa". Pero también tiene sus inconvenientes, que todos conocemos.

- ¿Existe la bisexualidad?
Hay quien dice que los bisexuales son homosexuales que se resisten a aceptarlo. Y también que hay gays que se hacen heteros porque están hartos de la promiscuidad, del ambiente... Qué estupideces. Yo digo que son ganas de etiquetar. Que cada uno se acueste con quien le dé la gana sin dar ni permitir que te exijan explicaciones.

- ¿Consideras que cada uno construye su biografía con ladrillos de otras edificaciones?
Sí. No sé quién dijo que la vida es eso que nos sucede mientras hacemos otros planes. Y lo que nos sucede, generalmente si no siempre, tiene que ver con los que nos rodean. Nosotros somos los protagonistas absolutos, pero hay muy buenos actores principales en la película de nuestra vida.

- ¿Te has enamorado alguna vez de algún compañero o profesor de la facultad?
Tanto como enamorarme, no. Quizás una atracción delirante, puede ser.

- ¿Prefieres frotar o ir al grano directamente?
Con una buena guarnición, un solomillo siempre está más rico. Qué comparación más chabacana, pero creo que se me entiende, no?

- ¿Cuál es la canción que marcó tu adolescencia?
Demasiadas para enumerarlas. No es ninguna de los Beach Boys, ni "It's rainning men", aunque así lo parezca. Casi la totalidad de las de Mecano, por decir algo global. Pero hay canciones que han marcado momentos fundamentales de mi vida. Sucede algo muy curioso: ahora las escucho y no recuerdo bien a qué escena de mi vida pertenecen; sólo recuerdo el sentimiento, de tristeza o alegría, en el que me acompañaron.

- ¿Las cosas importantes se escriben en mayúscula?
Un "Te quiero" no se lee igual, ni se siente igual, en un mensaje escrito de manera fugaz por el móvil, que con pintura en una tapia por la que sabes que pasaré.

- ¿Existen los adonis en los cuartos oscuros?
Para eso están, ¿no? Para tener sexo rápido con alguien perfecto. Perfecto en la oscuridad, claro. Dicen que de noche todos los gatos son pardos. Pues eso.

- ¿Qué elegirías una cama con dosel o una cama de agua?
He dormido en muchas con dosel, así que imagino que la cama de agua.

- ¿Es más difícil ser hetero después de ser maricón que maricón?
Creo que el gay que descubre luego que en realidad es hetero sufre dos traumas: el de aceptarse primero y el de reaceptarse después. Pero dependerá de la situación y de quién esté a tu lado, imagino.

- ¿Cómo es tu verdadero hogar?
El verdadero hogar está allí donde está la persona que amas. Cualquier ambiente que pueda imaginar me parecerá agradable si esa persona está allí.

- ¿Podrías soportar la idea de vivir al lado del hombre perfecto?
No. Por los demás y por mí mismo: no soportaría a alguien perfecto, me aburriría enseguida.

- ¿Existen secretos entre amigos íntimos?
Sí. Lo que sucede es que entre amigos muy íntimos existen muchos menos secretos que entre amigos menos cercanos. Pero los secretos siempre están ahí.

- ¿Por los celos se puede llegar a matar?
Los periódicos están plagados de sucesos de ese tipo. Los celos, sobre todo enfermizos, son un grado de demencia que no se trata en la Seguridad Social. Y como las enfermedades, si no llevan un buen tratamiento, se agravan y pueden provocar males mayores. Aquello de "La maté porque era mía" se sigue dando, y todos lo sabemos.

- Continúa la frase: No quiero quedarme anclado, quiero avanzar...Quiero olvidarme. Muchas veces los recuerdos se pegan a nuestros talones y no nos dejan caminar. Hay que procesarlos, tratarlos, reciclarlos como si fueran botellas de plástico y elaborar nuevas experiencias con lo que surge de ello.

- ¿Has echado en falta alguna pregunta? ¿Qué habrías contestado?
Mucha gente me pregunta por la forma en que está escrita esta novela. Fue una época en la que devoré novela experimental, como "Tiempo de silencio" o "Contrapunto", y eso me influyó de una manera notable, aunque evidentemente aquellas joyas de experimentación sólo dejaron leves notas en "Los amigos de Sebastián". Quizás es mi novela más difícil de leer en el sentido de que hay continuos saltos en el tiempo, cambios de narrador, diversas formas narrativas...

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